La reforma migratoria ya viene


Los planetas parecen haberse alineando y todo lo que sale de Washington menciona la reforma migratoria.

Los activistas ya han anunciado que se proponen hacer un millón de llamadas al Congreso, entre febrero y marzo, para que la legalización de los 12 millones de indocumentados se haga realidad.

Se anticipa que en abril se efectúen movilizaciones nacionales, que culminen el 1 de mayo con eventos en todo el país.

Sectores conservadores de pastores evangélicos están solicitando que durante 40 días se ore, basándose en Mateo 25:31-46, para pedir por la reforma, rindiendo homenaje al forastero.

Horas después de haber sido juramentado privadamente como vicepresidente, Joe Biden dijo a los asistentes a una fiesta: “vamos a aprobar la reforma migratoria integral”.

Los programas especializados de las cadenas nacionales de televisión en inglés y español mencionan a la reforma migratoria, como una de las prioridades del segundo mandato de Barack Obama, junto a la economía y el control de porte de armas.

Y el mandatario dijo en su alocución, ante un millón de personas desde las escalinatas del Capitolio: “Nuestro viaje no está completo hasta que encontremos una mejor manera de dar la bienvenida a los esperanzados y luchadores inmigrantes que todavía ven en Estados Unidos la tierra de las oportunidades, hasta que los brillantes estudiantes y los ingenieros sean enlistados en nuestras fuerzas de trabajo en lugar de ser expulsados de nuestro país”.

Los entendidos hablan del proyecto migratorio del senador republicano Marco Rubio.

Los llamados “pundits” especulan si la reforma migratoria se presentará a pedazos o como un solo paquete.

Los soñadores, que han sido la luz y el alma del movimiento por la reforma, de forma generosa han escogido luchar por sus familiares y conocidos, para definir el tipo de reforma que quieren, en lugar de optar solo por ellos.Los interesados favorecen lo que más les conviene: que se incluya la llegada de mentes brillantes, que se requieren trabajadores agrícolas, que se necesita mano de obra no calificada, que los soñadores merecen ser legalizados.

Los soñadores, los “dreamers”, que le han puesto el frente han considerado a sus padres como parte fundamental de esa reforma, que está más pulpa que nunca para germine.

Esos muchachos han tenido la enjundia para ponerse de tú a tú con legisladores federales y con la campaña del hoy reelegido presidente.

Han sido protagonistas de actos de desobediencia civil, en oficinas públicas y en las mismas calles del país, realizando tercos plantones.

Se han dejado arrestar en las vías públicas, y en hasta en sesiones legislativas, que han transmitido en vivo y en directo con su sabiduría tecnológica.

No han dado el brazo a torcer y han movilizado en cuestión de minutos al país entero para evitar la deportación de sus pares y sus padres.

Son los duros, que forzaron que el gobierno lanzara la acción diferida, que los protege de la expulsión y han logrado que la discreción procesal se aplique a los suyos para evitar que los saquen del país.

Pero aún en un ambiente propicio para un cambio, que ojalá de una vez por todas resuelva el problema migratorio existen los saboteadores de oficio.

Por ejemplo, está el llamado estratega republicano Adolfo Franco, que solo abre la boca para incordiar. Es de los que no ha entendido que la filosofía extrema de su partido fue derrotada el 6 de noviembre pasado, y que en lugar de despotricar, debería contribuir a que haya una solución migratoria amplia, que permita que el partido del elefante regrese al poder en el futuro.

Por supuesto que ahí están, como él, los recalcitrantes, los intolerantes, los extremistas, que espero, perderán la partida.

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